Pizza, Tiramisú y Rock & Roll

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Esta tal vez parezca una nota extraña. Y es porque tal vez lo sea, y desentone con las anteriores. Pero data de un lugar digno de ser comentado y poco tenido en cuenta por las guías gastronómicas. Poco tenido en cuenta con cierta razón, porque no es un restaurant. Hablamos de La Trastienda, un pintoresco complejo musical regentado por el ex Jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Telerman. Situado en pleno barrio de San Telmo, la sala de La Trastienda ofrece sendos recitales de gran calidad. Variedad de músicos nacionales e internacionales han desfilado por la misma y muchos la eligen por su ambiente íntimo y acogedor, aunque con cierta fibra rockera. Ya sean músicos de rock, tango, folklore, y hasta humoristas y comediantes deleitan semana a semana al público de este local.

Pero lo que nos convoca aquí es la gastronomía y, podría afirmarse que, en este aspecto, La Trastienda tampoco se queda atrás. Si, es cierto, no es un restaurant gourmet ni mucho menos, pero funciona de maravilla como un simpático bar y expendio de pizzas y empanadas. Ideal para tomar o comer algo mientras se espera el inicio de algún recital (o bien durante el mismo, ya que también cuentan con una barra en el interior de la sala y, en los casos en que los recitales son más acústicos, de sentados digámosle, con mesas y sillas, los mozos lo atienden a uno durante el show). Muy buenas las pizzas y empanadas, horneadas en el momento en un imponente horno de barro retro, recubierto de cuadraditos espejados, que remiten a una bola de boliche ochentoso. Gustos tradicionales, pero muy logrados (no escapa alguna hoja de recula, debido a su ambiente cool de San Telmo) y bien servidos. Las bandejas de madera llegan a la mesa con las empanadas y pizzas calientes, recién salidas del descomunal horno, que se encuentra en el salón, a la vista de los comensales.

Se sirven algunos tragos, cervezas, alguna que otra tirada y es posible encontrarse con algún personaje de la farándula local tomando o comiendo algo en alguna de sus mesas, tratando de alejarse del centro y de la aglomeración de Palermo. También, los días de semana al mediodía sirven un relativamente económico menú ejecutivo, para los oficinistas de la zona.

Finalmente, y en este punto quiero hacer particular hincapié, me sorprendí mucho al pedir una lista de postres. Había acudido con unos amigos, un viernes muy tarde a la noche para presenciar un recital. Como faltaba aún un rato para que empezara el show decidimos sentarnos y pedir unas cervezas. Uno de mis amigos pidió unas empanadas y yo, que ya había cenado, consulté, sin muchas esperanzas, por los postres, que no figuraban en el menú. Me ofrecieron una ensalada de frutas, un flan casero y un tiramisú. Opté por el último, el cual realmente merece mi reconocimiento. Vino a la mesa muy bien presentado en el interior de un vaso Old Fashioned, dejando traslucir las diferentes capas del delicioso relleno. Suave, esponjoso, con la cantidad justa de café, licor y chocolate y la crema de mascarpone muy bien lograda. Me animaría a decir que fue el mejor tiramisú que probé en el último tiempo, incluidos varios consumidos en restaurantes italianos (o algunos que injustamente se presentaban como italianos. Ver último post). Un verdadero descubrimiento.

Como conclusión final diría que es un lugar al que vale la pena visitar, antes o después de un show, o si uno se encuentra en las cercanías del barrio y quiere pasar un buen rato picando algo y escuchando buena música.

Datos de contacto

Balcarce 460 – San Telmo

4342-7650

www.latrastienda.com

Si esto es una cantina yo soy Donato De Santis

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Con este post re-inauguramos la tan esperada temporada de notas y presentamos la sección “Altamente no recomendado”. Hace algunas semanas me invitaron a comer, en el marco de una reunión familiar, a la “Cantina Don Pasquale”, una aberración a la comida italiana, situado en pleno Palermo Holywood (Gorriti y Bonpland). “Vamos a comer a una cantina italiana” me dijeron. Y me mintieron. Este “Ristorante Italiano”, que tiene menos de italiano que yo de canadiense suma lo peor de varias tendencias gastronómicas porteñas de muy mal gusto. En primer lugar la onda berreta palermitana. Claro, hace 10 años poner un restó en Palermo y llenarlo de lámparas raras y colores fuertes en las paredes era cool. Hoy no solo no lo es, sino que da asco como los nuevos locales sin ninguna innovación se cuelgan de estas gastadas y copiadas tendencias. (Y lo peor es que no solo intentan copiarse el diseño de todos los restós de Palermo Holywood, sino que encima no lo logran). En segundo lugar, un falso y muy mal logrado intento de italianizar un restaurante cualunque con minutas ordinarias. ¡¡Llamar a las comidas con nombre semi-italianos, no los convierte en platos italianos!! ¡¡Entiéndanlo!!. “Canelones a la rosini” “Spaghetti”. ¡¡Preparen platos italianos de verdad o pongan “Fideos”!!. En tercer lugar, la decoración de bar pedorro. Si, no solo intentan parecer un local cool de Palermo y no lo logran, sino que además caen en el mal gusto de las decoraciones innecesarias como plantas, laminas enmarcadas, estantes con vinos, estantes sin vinos… ¡¡Si el mejor vino que tenés para ofrecer es un “Lopez” no lo exhibes en una repisa en la pared!!. Finalmente (y esto puede resultar muy pretencioso, sobre todo para padres con hijos pequeños) resulta de muy mal gusto el “Rincón Bambini” (que de vuelta, no es italiano por usar no poner “Pibes”), con las paredes cubiertas de figuras mal copiadas de películas de Disney y ¡tres juegos locos para que sus hijos pasen el día de sus vidas!. Si tus hijos quieren jugar mientras comen llevalos a un restauran pensado con ese fin (o salí a comer sin chicos). Pero llevarlos a ese “Rincón Bambini” es un insulto a la infancia.

A esta altura hablar de la comida que brinda el establecimiento no hará ninguna diferencia en la opinión del lector, pero vale la aclaración. La panera se constituye de trozos viejos de pan y “tostadas” ( o sea, trozos viejos de pan cortados en tajadas y dejados avejentar y endurecer”) y los cubiertos podrían estar mas limpios. La carta, con notorio desconocimiento de la cultura italiana, ofrece delicias tales como “Mayonesa de atún”, “Ensalada rusa”, “Palmitos c/s. golf” (Gástense y escriban las palabras enteras que es una carta y no un sms), “Bife-chorizo c/ guarnición” (otra vez lo mismo), etc.

Yo pedí el “Salmón grillé c/ guarnición”. Muy mala elección. Una posta de salmón blanco extremadamente sobre cocinada, quemada por fuera y gomosa por dentro, más salada que el mar muerto y más seca que el desierto. Luego de 4 gajos de limón bien exprimidos pudo comerla. Todos esto acompañado de unas papas fritas (unas pocas, diría yo) secas y frías. ¿Suena tentador, no?.

Los que pidieron pastas recibieron los halagos del resto por tener los mejore platos (o sea los más grandes. Nótese como juzgan ese lugar sus comensales satisfechos).

Para finalizar, los postres parecían estar regularmente bien. Pedí una tarantela (no, nada de volcán de chocolate ni semifreddo de quinotos) que fue definitivamente, sin deslumbrar, lo mejor de todo mi almuerzo. Probé también el tiramisú, que si merece mi total desaprobación. Seco, licoroso y sin gusto. Decepcionante. Un “Ristorante Italiano” que se precie de tal no puede servir un tiramisú tan inocuo.

Finalmente me despido recomendado altamente No ir a comer a este lugar que, como ya lo adelanté en el título, si es una cantina, yo soy Donato de Santis.

PD: (Y no dejo contacto porque no quiero que vayan y porque no tienen).

La crême de la crême

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El nombre de esta nota no refiere, como pareciera, a un nivel excelso en la gastronomía del restaurante en cuestión, el villaurquicense Rotco, sino a la cantidad de crema que abunda en sus platos. Rotco está situado en los lindes de Villa Urquiza, en una zona bastante agradable del barrio, en una esquina de la pintoresca avenida, cuasi boulevard, Mendoza. Este es uno de los detalles más significativos al analizar la rareza de este establecimiento. El lugar no es fino, ni lujoso, ni moderno, ni de moda. La ambientación es bastante ordinaria, paredes amarillas, estantes en las paredes repletos de botellas de “Michel Torino”, alguno que otro objeto inentendible colgado de las paredes, un salón muy pequeño, demasiadas mesas y escasa posibilidad de movilidad. Es imposible levantarse de la silla sin golpear a alguna persona en la mesa de atrás. Los baños son descuidados y nunca hay papel. Hasta aquí pareciera no haber razones para visitar este pequeño antro, pero, sin embargo existen varias razones por las cuales tantas personas hacen fila a diario para comer allí, rebalsando el lugar, sus mesas en la vereda y sus bancos de espera. Y las razones son las siguientes: precios muy bajos, platos gigantes y comida buena. No excelente, no deslumbrante, pero si buena. Los pedidos de pizzas y empanadas salen a cada minuto hacia las mesas del local y hacia las motos de los deliverys. La carta, con un formato original, no es muy larga, aunque si algo presumida. Lo que causó nuestra buena impresión de la misma es un menú diurno y nocturno, de $23- y $30- respectivamente, que incluye plato principal, bebida, postre y café (y no se cobra cubierto). Imagínense pagar nada más que $30 por una comida completa, muy abundante y bastante buena para el precio que conlleva. La comida es rica, no deslumbrante. Si los platos son algo pretenciosos. El “Pollo relleno” es una amalgama de pollo, jamón y queso, envueltos en piel de pollo y bañados (como no podía ser de otra manera) con mucha crema y acompañando de una muy abundante guarnición. Las pastas son mercerizadas, pero igualmente buenas (La Juvenil) pero las salsas dejan un poco que desear. La salsa “Mediterranea” consiste en mucha crema, sin gusto alguno, y un puñado de aceitunas negras y albahaca. Como decía antes, todo, todo, tiene crema. Definitivamente la dieta no combina bien con este lugar. También se animan a incluir en este menú, platos más elaborados como una “Batata rellena con choclo y miel” y un “Papillote de pescado con verduras” (no lo llaman así, pero es el mismo concepto), que no son recomendados por las mozas y tampoco nos animamos a pedir. Los postres son más tradicionales, nada de otro mundo, pero persiste esta necesidad (innecesaria) de palermitar los nombres de los platos. De este modo, la ensalada de frutas se llama “Macedonia de frutas”, la torta de chocolate es un “Brownie tibio” y lamentablemente las “2 bochas de helado a elección” son una casatta de vainilla, frutilla y chocolate. Necesidad innecesaria, decía, ya que no aumentan el precio de los platos por ponerle estos nombres (como pasaría en cualquier restó de Palermo, o en su parodia de Capusotto “Uy, nos rompieron el orto”). Todos los platos del menú valen lo mismo, aún los que llevan los nombres más excéntricos. El problema es que, al ver esos nombres, el comensal espera su orden con gran expectativa y recibe un buen plato (de nuevo, muy abundante) pero que no cumple las promesas realizadas). Estoy seguro de que si los platos se llamaran “Ñoquis de calabaza con crema de aceitunas” cumplirían con creces las expectativas del comensal, lo que no ocurre cuando uno pide la “Salsa mediterránea”. Finalmente, como punto muy a favor, la atención es muy buena y uno es recibido con un plato de pan casero (presumiblemente) calentito y acompañado de un dip (que al principio parecía queso crema con verdeo, pero que resultó ser una muy pesada crema batida salada). Las pastas también vienen acompañadas de otro tipo de pan casero 8de nuevo, presumiblemente) también calentito. Como recomendación personal, vayan con un grupo de amigos hambrientos alguna noche cualquiera, después de un picado o un día que quieran comer bien sin gastar mucho. No lo recomiendo para salida romántica ni mucho menos.

Datos de contacto

Bauness 2102 (Esquina Mendoza) – Villa Urquiza

4522-0155

Casero, orgánico y natural

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Esta antigua casa colonial del barrio de San Telmo (donde supo vivir el escritor Fray Mocho) es ahora una de las mejores opciones que se encuentran en esta ciudad para disfrutar de la mejor comida vegetariana. “Abuela Pan” es, como su nombre lo indica, principalmente una panadería orgánica, con estricta observancia de esta cultura gastronómica. No solo cocinan únicamente con harina integral, sino que no usan conservantes en ninguna de sus comidas y cocinan sin grasas ni frituras. A su vez, mantienen la filosofía de no guardar comida, con lo cual no se cocina de más y el pan es amasado y horneado nuevamente cada día. Además de los tradicionales panes integrales y multisemillas ofrecen unos originales plezalej integrales, todos ellos cocidos en su horno de barro, que encienden todos los días con leña de eucalipto. Asimismo ofrecen algunas opciones de repostería orgánica (muy pocas en mi opinión) como los scones de algarroba y las masitas de canela y pasas de uva, estas últimas altamente recomendables (se venden por docena, cada docena cuesta $5 y siempre la docena viene con algunas de regalo).

Pero como anticipábamos, esta no es simplemente una panadería, sino que ofrece un excelente servicio de comidas vegetarianas. Principalmente su cocina se consume por delivery, pero cuentan con un agradable (aunque bastante pequeño) salón comedor, en donde, además de la comida, servida en porciones más que abundantes, se puede degustar el pan casero del lugar, que es llevado a la mesa en una canasta con todas sus variedades. La peculiaridad de la cocina de “Abuela Pan” es que el menú cambia todos los días. Prácticamente no tienen platos fijos, salvando algunas ensaladas y sus tradicionales hamburguesas de arroz o las milanesas de soja, calabaza o berenjenas (todas ellas caseras). Otra peculiaridad del lugar es que todos los platos y menúes diarios (salvo las ensaladas que son más económicas) tienen el mismo precio. Y realmente es un precio muy barato para la calidad de la comida y la abundancia de los platos. Todas las opciones de comida diaria cuestas $23 ya sea en el salón o por delivery, y son realmente variadas y deliciosas. La oferta gastronómica va desde pastas, tartas, tortillas y omelettes, hasta sopas, guisos, risottos, cous-cous, etc; y los platos se van adaptando a las fechas y épocas del año. Milanesas de soja de zanahorias y fontina c/ensalada de verduras a la parrilla c/aliño de mostaza” es el ejemplo de uno de sus platos, que probablemente ya no vayan a encontrar cuando visiten el lugar, pero encontrará un buen reemplazante. La mayoría de los platos viene con una interesante guarnición, como la del ejemplo citado. Se recomienda, eso si, entrar a la página de Internet del establecimiento (que si bien es muy pobre es bastante ilustrativa) antes de ir, para conocer el menú de la semana y elegir el día con mejores opciones.

La atención es muy buena. Al ser un negocio familiar es posible que el mismo panadero lo atienda a uno y le venda el pan que el mismo horneó. Como mayor defecto del lugar, finalmente, se destaca el horario. Cierran a las 19:00 clausurando la opción de cenar allí.


Datos de contacto

Bolivar 707 - San Telmo

4361-4936

http://www.abuelapan.com/

ap@abuelapan.com

Una galaxia de camarones

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Volvemos a dirigir nuestra mirada al barrio de Palermo, pero no a la zona de los modernos restós, sino a la punta opuesta del barrio. Casi cayéndose del barrio y bastante alejado de Plaza Serrano (o Plaza Cortazar, si se quiere ser exacto con los nombres), se encuentra “La Cocina del Pescador”, un pequeño establecimiento dedicado, como su nombre lo indica, a la cocina marítima. De austera decoración y humilde aspecto, este restaurant no se destaca por otro aspecto que el de su muy buena comida a base de frutos de mar. La atención es simple (si bien tienen un punto muy a favor al recibir a los comensales con una picada de mariscos), el ambiente también y la zona no pareciera muy propicia. La esquina de Lavalleja y Cabrera es el oscuro escenario de un pequeño bodegón que pasa casi desapercibido. Desde el exterior no se podía presumir que allí se ofrece una comida de primer nivel. Sin embargo el cartel de “Pizza de mariscos” debajo del nombre del lugar, en el cartel exterior, invita a experimentar. Y cumple las expectativas con su amplia variedad de pizzas con ingredientes de mar, cargadas de calamares, mejillones y camarones. También asombran sus abundantes cazuelas de mariscos, paellas y gambas al ajillo, acompañadas de abundantes papas españolas. Altamente recomendables las picadas de mariscos y sobre todo las rabas (de las mejores que se han probado en esta ciudad). La carta podría pecar de ser demasiado extensa. Tal vez la superabundancia de opciones de diversos pescados, en sus distintas versiones, ya sea asados, en cazuela, como salsa para variadas pastas, le dificulta al comensal tomar una decisión a la hora de pedir un plato. Por su parte, los precios son bastante caros. Si bien la comida, como ya rescatamos, realmente vale la pena, la relación precio-calidad deja al precio con una leve ventaja. Las cazuelas de mariscos oscilan entre los $70, por ejemplo y las pizzas entre los $40 y los $60. Aunque todas bien abundantes en cantidad de mariscos (cosa que no abunda en los restaurantes porteños), el precio asusta a la hora de pedir. Los platos son abundantes y para compartir, eso si. Finalmente, si bien los precios y al ambiente desalientan, se puede afirmar que una vez adentro, el comensal podrá disfrutar, en cada plato, de una galaxia de camarones.


Datos de Contacto

Lavalleja 1310, esquina Cabrera - Palermo.

4833-4222

cocinadelpescador@yahoo.com.ar

www.cocinadelpescador.com.ar

El palacio de la pizza

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Se podría afirmar, sin exagerar que “El palacio de la pizza” cuenta con una de las mejores pizzas de Buenos Aires. Sin duda se encuentra entra las mejores pizzerías de la calle Corrientes, junto con la mucho más popular y difundida “Las Cuartetas”. Quien lo viera desde afuera no vería en este local más que un modesto bar de minutas, y su decoración interior podría mantener esa sensación. Pero lo importante es la pizza, y es allí donde se aprecia la calidad del establecimiento. Sobre todo en las tradicionales pizzas al molde. De relleno sustancioso, buen piso y queso bien gratinado, estas pizzas son un verdadero deleite para el paladar. “El palacio de la pizza” podrá no contar con el lujo y el marketing de otras pizzerías, pero sin duda alguna, sus productos son incomparables en sabor. Tampoco ofrecen gustos exóticos, pero si logran un excelente sabor en los habituales. La clásica muzzarela sorprende pese a su simpleza, por su gusto y sus texturas. Y si algo caracteriza a las pizzerías del centro es la especial de espinaca y salsa blanca, y aquí son verdaderos especialistas. Los precios superan los habituales de las pizzerías de barrio, pero se mantiene por debajo de las otras de la calle Corrientes. Finalmente cabe destacar que, sin bien cuentan con un amplio salón comedor, la autentica experiencia del lugar se obtiene comiendo de parado en el mostrador, donde la comida es entregada al comensal directamente de manos del maestro pizzero, sin mediación de mozos y recién sacada del horno. Ofrecen una canilla de agua fría para los clientes con poco presupuesto para bebidas y sin necesidad de pagar cubierto ni dejar propina. No hay nada mejor que una buena pizza de “El palacio de la pizza” para terminar una velada de teatro, cine o recital, en la zona céntrica de la ciudad.

Datos de contacto

Corrientes 751 - Centro

4322-9762 / 4394-5711


De la estancia a Palermo Holywood

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Rodeado de la modernidad y el glamour de los restós de Palermo Hollywood, “Las Cabras” propone una vuelta a los sabores más tradicionales de la pampa y el norte argentino, en un ambiente que honra a estos sabores. Un oasis rústico en la esquina de Fitz Roy y El Salvador, este restaurante está ambientado como si fuera el comedor de una estancia rural. Mesas de madera, manteles de papel, sillas de mimbre con bordes coloreados y bombillas de luz que cuelgan, desprovistas, del techo. También vale decir que no le son ajenas al lugar las típicas moscas de estos comedores de estancias, que revolotean por el lugar. El ambiente es realmente muy agradable, con cocina a la vista, que emana todos los sabores de la cocina campestre. La atención es buena y la comida muy buena. Las especialidades del lugar son las abundantes cazuelas al horno de barro, que se ofrecen a muy bajo precio ($16-$25). Dentro de esta categoría sobresalen el “Paste de calabaza y choclo a la miel”, la “Cazuelita de salmón, espinaca, mascarpone y parmesano” y las papas y batatas gratinadas. También se sirven los tradicionales guisos argentinos (locro, mondongo, lentejas, carbonada) a muy bajo precio también ($20). Las entradas son asimismo deliciosas. Recomendamos los “Hongos frescos salteados con oliva, ajo y perejil”, la “Provoleta de cabra y rúcula” y los tradicionales tamales y humitas. Ofrecen, a su vez, una amplia variedad de carnes y pescados a la parrilla, en este caso a precios más elevados ($26-$40). En este rubro no puede dejar de recomendarse el extremadamente abundante “Gran bife Las Cabras”, que viene acompañado por papas fritas, huevo frito, puré de calabaza, arroz, cebolla grillada, pimiento asado y provoleta. Cabe acompañar toda esta variedad de comida autóctona con un vino en pingüino y un sifón de soda. Finalmente se exhibe una interesante carta de postres con los más tradicionales (arroz con leche, dulce de cayote con queso y nueces) y algunas invenciones de autor (brasa de chocolate con sopa de chocolate blanco y el poste Las Cabras, que consta de una banana a la parrilla con dulce de leche, merengue, crema y chocolate caliente), todos estos a precios muy accesibles ($10-$13).

Datos de contacto

Fitz Roy 1795, esquina El Salvador – Palermo Holywood

5197-5301/ 5303

lascabras@fibertel.com.ar

El buen sabor africano

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Ya no hay que viajar hasta Camerún para degustar la mejor comida africana. Uno de sus exponentes nos ofrece esta deliciosa y exótica opción gastronómica en el corazón del barrio porteño de Villa Crespo. Alejado del núcleo culinario “new age” de Palermo Soho, “El Buen Sabor” sirve deliciosos ejemplos de la tradicional comida del continente africano, tan en boga en vistas del próximo mundial. Este pequeño local, atendido por su propio dueño, el camerunés Maxime Tankouo, es el único en Buenos Aires que ofrece este tipo de gastronomía. Los platos son abundantes y se compones principalmente de verduras, carne, pescados y legumbres, con originales acompañamientos como plátanos o mandioca frita. Asimismo, carecen de harinas, sin mermar de ninguna manera el sabor de los productos. Los postres no abundan, por su parte. Se tratan de varias ensaladas de frutas tropicales maceradas, de excelente sabor, pese a su simpleza. La atención es muy buena y el lugar refleja humildad. Maxime, un ex futbolista devenido en cocinero, no solo es el dueño del restaurante, sino que también diseñó los platos y atiende el local. Los precios son moderados, no excesivamente baratos, pero se corresponden con la calidad y la abundancia de los platos. Los platos principales van de los $35 a los $45, y también se ofrecen las minutas típicas de los bares argentinos, para los que no se animan a los sabores exóticos, a menos de $20. Igualmente no parecieran ser la especialidad del lugar, ni por lejos, lo mejor que se puede pedir. Citando una nota de la revista JOY sobre este establecimiento, se podría decir que “Este es un restaurante que va en contra de todos los clichés étnicos de buenos Aires: un espacio sin exageraciones que refieran a la cultura del país y con descripciones de platos que no disimulan frituras ni exageran la cantidad de condimentos que llevan (…)”. ‘Guiso de plátano con chivo’ es el plato más caro del menú, a $45. “(…) en las cercanías de Plaza Serrano un plato así se llamaría ‘Wok de cordero patagónico con plátanos tropicales especiado con tomillo, jengibre y cardamomo con mezclum de hojas verdes’. El precio, suponemos, podría costar $65 y el mozo sería un costarricense de piel morena que se hace pasar por africano”.


Datos de contacto

Camargo 296 – Villa Crespo

4054-8800

info@elbuensaborafricano.com.ar

www.elbuensaborafricano.com.ar